Extrañando mi “yo”.

He estado allí. O estaba. O soy. Tal vez todavía lo soy. Pero hay tantos “yoes” diferentes que es difícil saber quién está aquí ahora.

Tengo tantas fases y no me gusta el hecho de que no duran tanto como deberían. Son cortos y delgados, muy sensibles e inestables. Algunos son extremadamente dolorosos y me hacen cavar agujeros en mí mismo. Agujeros que casi siempre hay que tapar con actitudes impulsivas e inmaduras.

Honestamente, odio llenar agujeros a toda prisa. Pero, este “yo” decidió que este camino es más fácil de seguir ( si es que hay un camino fácil de seguir) .

Y no ha funcionado muy bien, pero se equivoca en que sí.

Hay un “yo” en mí que no me ve.

Este “yo” no me ve, ya veces puedo jurar que me odia. Que solo está ahí para sabotearme y destruirme. A veces creo que ha decidido que soy demasiado pequeña para permanecer en esta inmensidad.

¿Qué hacer cuando eres tu propio peor enemigo? ¿Cómo puedo luchar contra mí mismo? En esta batalla infinita siempre hay algún yo que perderá. La verdad es esta: siempre pierdo, incluso si gano.

Y, como sabemos, el dolor de la pérdida siempre es mayor y más significativo que el dolor de la victoria. Por qué esto es así, nunca lo sabré.

visitame

Hay una parte de mi yo hoy que extraña un yo que ya no me visita. Sabemos que está aquí, medio deambulando, medio sin rumbo y sin prisa por volver, o quizás no recuerda el camino: se perdió.

Esta pequeña parte fue capaz de reírse de algunos problemas y burlarse de situaciones que mi “yo” hoy decidió ser incapaz de entender, y ni siquiera intenta.

Este quiere ser fuerte todo el tiempo, pero por dentro identifico un océano de soledad y tristeza.

Las preguntas surgen cada vez que soy racional

¿Por qué es tan difícil ser lo que queremos ser? ¿Por qué es tan difícil aceptar que no somos lo que no somos? ¿Cuándo decidimos o proyectamos que necesitamos ser fuertes e inalcanzables en los sentimientos? ¿Qué tan infranqueable es nuestro muro emocional?

¿Por qué este “yo” no se siente cómodo siendo lo que es y se pasa todo el tiempo idealizando un torbellino de nuevas formas de existencia? Los existentes deberían ser más fáciles de navegar; no este mar embravecido de cuestionamiento.

Este “yo” vive en el ahora y sobrevive con anestesia y recetas que ni siquiera tuvieron el coraje de tomar un breve descanso para leer el prospecto. Porque el miedo es un sentimiento invasivo y autoritario que cuesta mucho trabajo domar. Y ya sé que este “yo” no está interesado en recuperar mi cordura.

Me duele reconocer que por mucho que haya versiones más grandes y mejores de mí, esta decidió ser implacable y destructiva.

Es como si cada día se esforzara más y más en tirarme del abismo. Y así, me caía lentamente, al ver que era yo quien me empujaba.

Soy mi propia carga.
Siempre fui.
Y siempre lo haré.

Estoy cansado y la vista del abismo es de calma y paz.
Que algún “yo” que me habita, cree alas y aprenda a volar (o no) .

Con los ojos cerrados, el dolor es menor.

“Lo siento mucho”.